Por Gorka Barrenetxea
Durante el último Congreso ESHRE se han producido muy interesantes aportaciones científicas. Además de la destacada en el post anterior (en relación a la ponencia de S. Sunkara) me gustaría destacar la sesión sobre Monitorización Global de la Reproducción Asistida (RA) en el mundo.
En ella, se ha recordado que ya hay más de 8 millones de niños y niñas nacidos gracias a la reproducción asistida con todo lo que ello implica.
Pero me gustaría destacar una conferencia impertida por G. Chambers (de Australia) en la misma sesión en la que se ha presentado un riguroso estudio sobre la relación entre la igualdad de género y la utilización de la RA en diferentes países del mundo. Mediante un muy serio estudio llevado a cabo con una metodología muy rigurosa y en nada menos que 69 países, los autores del trabajo con Chambers a la cabeza demuestran que a mayor igualdad de género mayor es la utilización (¿y disponibilidad?) de los procedimientos de RA, independientemente del nivel económico de un país. Asombroso.
La igualdad de género se ha evaluado utilizando diferentes parámetros como el porcentaje de mujeres en el parlamento, el nivel de educación del país o el nivel sanitario.
Por ejemplo, un incremento de un 10% en la representación parlamentaria femenina conlleva un incremento del 30% en la utilización de tratamientos de RA. Un incremento del nivel educacional de un país de una desviación estándar (que equivale, aproximadamente, a 2 años y medio de incremento de escolarización) se asocia a un aumento del 90% (nada menos) de aumento de utilización de procedimientos de RA. Repito que los datos están ajustados al nivel económico del país por lo que no es éste el parámetro que conlleva tales cambios.
En resumen, a mayor igualdad de género, mayor utilización (y por tanto beneficio consecutivo) de la reproducción asistida.
O, dicho de otra forma, a mayor desigualdad de género, menor utilización de la reproducción asistida y, por tanto, menores beneficios de la misma.
Por Gorka Barrenetxea
Un año más se ha celebrado el Congreso que la ESHRE celebra anualmente en diferentes ciudades europeas. Barcelona ha sido, por tercer año, la sede elegida. Es destacable que esta ciudad es la única en la que ha tenido lugar este evento en tres ocasiones. Y no es de extrañar. A la tradicional capacidad organizativa de la ciudad se une el alto nivel de las infraestructuras. De hecho, la sede del congreso, el Centre de Convencions Internacional de Barcelona (CCIB), es a mi juicio el mejor palacio europeo para congresos con el nivel asistencial del ESHRE Annual Meeting.
En este sentido, también es destacable el nivel asistencial: más de 12.000 delegados provenientes de todo el mundo (no sólo de Europa) representan un record que no será fácil superar en futuras reuniones.
Pero, lógicamente, es el nivel científico del evento lo que destaca en este congreso. Baste recordar en este sentido que el porcentaje de trabajos remitidos y no aceptados es el más alto en congresos tanto nacionales como internacionales. Ello habla a favor del alto nivel de los trabajos aceptados.
Hemos tenido ocasión de participar activamente en el evento. Por una parte, y como parte del Comité Científico, tuve el honor de participar junto con la Dra. Signe Altmäe, como Chairman de una de las sesiones científicas (concretamente la dedicada a la biología del complejo ovocito-cúmulo). Por otra, el equipo de Reproducción Bilbao ha visto aceptado como póster el trabajo titulado “Systematic single embryo transfer after preimplantation genetic screening improves overall results (in terms of “normal” ongoing pregnancies) and should be widely implemented” en el que se explican los resultados tras la estricta política de transferencia de blastocisto único tras selección genética.
Aunque, evidentemente, es difícil elegir un solo aspecto de las aportaciones en el congreso, creo interesante destacar dos exposiciones.
S. Sunkara (RU) es una de las especialistas más relevantes y citadas en el campo de la reproducción asistida. Su conferencia sobre cómo debe ser evaluado el éxito en reproducción asistida (RA) fue clara a la vez que convincente. Clásicamente, se ha utilizado como parámetro de éxito en RA la tasa de embarazo por ciclo o por transferencia. En este sentido, el número de ovocitos ideal para un ciclo de estimulación según un muy citado artículo de la misma autora (Sunkara) era de 14-15. Por encima de esta cifra, no aumentaba la probabilidad de embarazo y se incrementaba el riesgo de sufrir un síndrome de hiperestimulación ovárica (SHEO). Y en base a este ya famoso artículo se buscaba obtener no menos (si fuera posible) pero tampoco más (aunque lo fuera) de 14-15 ovocitos por estimulación. Este número representaba el “Santo Grial”.
Pero, afortunadamente, estamos ya en el siglo XXI. Se ha mejorado la criopreservación (gracias a la vitrificación ovocitaria o embrionaria) y contamos con nuevas estrategias de estimulación que minimizan el riesgo de SHEO (mediante la utilización de antagonistas de la GnRH como coadyuvantes de la estimulación y agonistas como inductores). Ello ha conllevado a un incremento (real y efectivo) de los ciclos de transferencia de embriones vitrificados.
Por tanto, Sunkara propone que la tasa de éxito se mida en base a embarazos acumulados tras la transferencia (tanto en fresco como en vitrificado) de embriones procedentes de una sola punción. Y aquí viene lo más interesante: no se trata de obtener sólo 14-15 ovocitos. Si contamos las transferencias de vitrificados, a más ovocitos obtenidos (por encima de 15 si fuera posible) mayores posibilidades de tener uno (o varios embarazos) con una sola extracción ovocitaria (una sola punción ovárica). Ha desaparecido ya el “número mágico” y una vez garantizada la seguridad de la paciente, es mejor obtener un mayor número de ovocitos para una mayor probabilidad de embarazo.
El mensaje clave sería: si existe la tecnología, utilízala (salvaguardando siempre la seguridad de la paciente).
By Gorka Barrenetxea
The second remarkable input of ESHRE meeting was presented during the European and global Assisted Reproductive Technology (ART) monitoring session on Tuesday. First, it is remarkable that ART is increasingly used all over the world. More than 8 million newborns attest to impact of ART among mankind.
But, I found both interesting and shocking the presentation by G. Chambers and colleagues (from Australia) of the paper entitled “Gender inequality and utilization of assisted reproductive technology: an international analysis”. In this paper, the authors showed that countries with less gender inequality have higher rates of ART utilization, regardless of the country’s level of economic and human development. Astonishing.
With an impeccable study design and assessing nothing less than 69 countries the authors demonstrate that after controlling for a country`s level of economic and human development, the higher the gender equality, the higher of ART utilization. The so called “gender equality” includes, for example, the female parliamentary representation, level of male and female education and level of wealth. For instance, an increase of 10% in female parliamentary representation augments ART utilization by a factor of 1,3 (with confidence intervals above the unit: 1,1-1,6). I.e., a 10% increase of females in parliament is translated in a 30% increase of assisted reproduction treatments. Furthermore, a one standard-deviation increase in the educational level (measured as Educational Index) (equivalent to 2.5 additional mean years of schooling) was associated with ART utilization increasing by a factor of 1.9 (95% CI: 1.0-3.5). So, 2.5 additional years of schooling are translated to a 90% increase of treatments. Breathtaking.
Regardless of different causes of infertility, the utilization (and, may be the availability?) of ART is influenced by gender equality and level of education of population.
In other words, gender inequality and low overall educational level is associated with lower ART utilization.