Por Gorka Barrenetxea
Un año más se ha celebrado el Congreso que la ESHRE celebra anualmente en diferentes ciudades europeas. Barcelona ha sido, por tercer año, la sede elegida. Es destacable que esta ciudad es la única en la que ha tenido lugar este evento en tres ocasiones. Y no es de extrañar. A la tradicional capacidad organizativa de la ciudad se une el alto nivel de las infraestructuras. De hecho, la sede del congreso, el Centre de Convencions Internacional de Barcelona (CCIB), es a mi juicio el mejor palacio europeo para congresos con el nivel asistencial del ESHRE Annual Meeting.
En este sentido, también es destacable el nivel asistencial: más de 12.000 delegados provenientes de todo el mundo (no sólo de Europa) representan un record que no será fácil superar en futuras reuniones.
Pero, lógicamente, es el nivel científico del evento lo que destaca en este congreso. Baste recordar en este sentido que el porcentaje de trabajos remitidos y no aceptados es el más alto en congresos tanto nacionales como internacionales. Ello habla a favor del alto nivel de los trabajos aceptados.
Hemos tenido ocasión de participar activamente en el evento. Por una parte, y como parte del Comité Científico, tuve el honor de participar junto con la Dra. Signe Altmäe, como Chairman de una de las sesiones científicas (concretamente la dedicada a la biología del complejo ovocito-cúmulo). Por otra, el equipo de Reproducción Bilbao ha visto aceptado como póster el trabajo titulado “Systematic single embryo transfer after preimplantation genetic screening improves overall results (in terms of “normal” ongoing pregnancies) and should be widely implemented” en el que se explican los resultados tras la estricta política de transferencia de blastocisto único tras selección genética.
Aunque, evidentemente, es difícil elegir un solo aspecto de las aportaciones en el congreso, creo interesante destacar dos exposiciones.
S. Sunkara (RU) es una de las especialistas más relevantes y citadas en el campo de la reproducción asistida. Su conferencia sobre cómo debe ser evaluado el éxito en reproducción asistida (RA) fue clara a la vez que convincente. Clásicamente, se ha utilizado como parámetro de éxito en RA la tasa de embarazo por ciclo o por transferencia. En este sentido, el número de ovocitos ideal para un ciclo de estimulación según un muy citado artículo de la misma autora (Sunkara) era de 14-15. Por encima de esta cifra, no aumentaba la probabilidad de embarazo y se incrementaba el riesgo de sufrir un síndrome de hiperestimulación ovárica (SHEO). Y en base a este ya famoso artículo se buscaba obtener no menos (si fuera posible) pero tampoco más (aunque lo fuera) de 14-15 ovocitos por estimulación. Este número representaba el “Santo Grial”.
Pero, afortunadamente, estamos ya en el siglo XXI. Se ha mejorado la criopreservación (gracias a la vitrificación ovocitaria o embrionaria) y contamos con nuevas estrategias de estimulación que minimizan el riesgo de SHEO (mediante la utilización de antagonistas de la GnRH como coadyuvantes de la estimulación y agonistas como inductores). Ello ha conllevado a un incremento (real y efectivo) de los ciclos de transferencia de embriones vitrificados.
Por tanto, Sunkara propone que la tasa de éxito se mida en base a embarazos acumulados tras la transferencia (tanto en fresco como en vitrificado) de embriones procedentes de una sola punción. Y aquí viene lo más interesante: no se trata de obtener sólo 14-15 ovocitos. Si contamos las transferencias de vitrificados, a más ovocitos obtenidos (por encima de 15 si fuera posible) mayores posibilidades de tener uno (o varios embarazos) con una sola extracción ovocitaria (una sola punción ovárica). Ha desaparecido ya el “número mágico” y una vez garantizada la seguridad de la paciente, es mejor obtener un mayor número de ovocitos para una mayor probabilidad de embarazo.
El mensaje clave sería: si existe la tecnología, utilízala (salvaguardando siempre la seguridad de la paciente).
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