Por Olivia de Prado.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) incluye la infertilidad dentro del grupo de las enfermedades crónicas, y las reacciones emocionales ante la infertilidad de las personas que la padecen, han sido igualadas a las que suelen presentar los pacientes con cáncer (Domar et al., 1993)
Muchas de las usuarias de las técnicas de Reproducción Asistida (RA) buscan respuesta a las preguntas: “¿Es normal lo que me está pasando? ¿Es normal sentirme como me siento?” Con estas cuestiones tratan de encontrar un entendimiento y una normalización de sus sensaciones y emociones.
A lo largo de los procesos médicos, las pacientes pasan por diferentes etapas, en cada una de las cuales es habitual sentir diversas emociones que pueden afectar al equilibrio emocional de las personas usuarias de este tipo de técnicas.
Cuando el embarazo no ocurre.
Como hemos comentado en otras ocasiones, la infertilidad es un acontecimiento vital estresante. Cuando una pareja descubre que no consigue un embarazo de forma natural, reaccionará en forma de shock y frustración, puesto que conlleva una alteración en sus planes de vida.
Esta circunstancia está cargada de anhelo y un gran deseo de ser padres, y en algunas ocasiones cuando os tenéis que enfrentar a vuestro entorno con niños, podéis sentir rabia, celos, pena, culpa e incluso exclusión.
En estos momentos es necesario que readaptéis vuestras creencias a la nueva situación. El nivel de esta crisis dependerá de varios factores; las habilidades de afrontamiento personales con las que cuenta cada uno para hacer frente a las situaciones de crisis, las expectativas previas y la capacidad de adaptación a la nueva condición.
Cuando se suceden ciclos de tratamiento sin resultado de éxito.
Cuando la pareja es consciente de que la forma natural no es válida para concebir, comienza el momento de tomar de decisiones. Muchas parejas se decantan por la realización de tratamientos orientados a la Medicina Reproductiva, suponiendo que ya de esta forma sí lo conseguirán. En ocasiones, van pasando por estos ciclos en los que van ilusionándose y frustrándose cada vez; además del coste económico, personal y físico; viendo que siguen sin conseguirlo, vuelven a tener otro momento crítico, sintiendo que han malgastado otra oportunidad, y que la RA, tampoco es su camino para tener hijos.
Puede llegar el punto en que pierdan la esperanza, y tengan miedo a seguir pasando por lo mismo una y otra vez para obtener igual resultado. En este momento aparecerán sentimientos de tristeza, impotencia, enfado, desesperación; se trata de una etapa larga en la que es importante focalizar la atención en fomentar otros aspectos de vuestra vida, creando nuevos objetivos. En este caso, si resulta dificultoso encontrar nuevos objetivos vitales que nos muestren un sentido, es recomendable solicitar ayuda de un profesional de la salud mental, para poder reconducir la incierta situación.
En algunas ocasiones pueden aparecer dificultades que muchas veces no han sido tenidas en cuenta previamente. Me refiero, por ejemplo, a tener que cancelar el tratamiento por mala repuesta ovárica. Cuando esta circunstancia se comenta a las pacientes, la mayoría piensa: “¿por qué me pasa esto, si lo he hecho todo bien, cada día a la misma hora…? ¿será que no van a funcionar tampoco las técnicas de Reproducción Asistida conmigo? “
Por otro lado, cuando todo va bien, llega un punto del tratamiento en que el optimismo supera todas las barreras. Estos momentos son la extracción de los ovocitos para realizar la fecundación “in vitro”, y transferencia de embriones al útero. Esta fase del tratamiento tiene una gran carga emocional. Se pasa de la preocupación al éxtasis en un corto periodo de tiempo. No es de extrañar que pasar por todas estas experiencias, altere hasta a la persona con mayor equilibrio del mundo.
Frecuentemente me encuentro en la consulta con parejas infértiles con un cierto desajuste emocional. Al principio suelen estar más o menos ajustados emocionalmente, al cabo de un tiempo pueden desarrollar trastornos del estado de ánimo y finalmente, la indefensión aprendida, por los fracasos reiterados, le devuelve al estado inicial.
Si con el paso del tiempo, se suceden los fracasos y se tiene mayor conciencia del aumento de la edad, pueden aparecer síndromes ansiosos o depresivos. En las sesiones veo a menudo llorar a muchas mujeres por no haber conseguido éxito, después del esfuerzo tanto físico, psíquico como económico.
Después de la transferencia embrionaria la mujer o la pareja se va a casa. Es la fase de “espera de resultados” en la que la labor del psicólogo debe intensificarse porque la del médico desaparece por completo, dejando en muchas mujeres una sensación de inseguridad, ya que, durante las semanas anteriores han seguido un control exhaustivo por parte del ginecólogo. Son por tanto dos semanas altamente estresantes y obsesivas, en las que se preguntan si todo se estará desarrollando correctamente y surgen mil dudas.
Son momentos en los cuales es fundamental integrar lo que ha ocurrido a través de la expresión y verbalización de las emociones.
Y por último llegará la etapa en la que todo se recoloca e integra. Es la etapa de la aceptación, adaptación y reajuste de la vida.
Después de conocer lo que la gran mayoría de personas sienten en cada fase del proceso, puedes probar a hacerte nuevamente la pregunta del principio…
¿Es normal lo que me está pasando? ¿Es normal sentirme como me siento?
Aunque bajo mi punto de vista, la “normalidad” o la “no normalidad”, no es una correcta definición… me gusta más hablar de habitualidad o generalidad…
En cualquier caso… ¿Cuál es tu última respuesta? ¿Ha cambiado en algo tu percepción a cerca de la situación?