Durante los últimos años hemos asistido a una transformación en la forma en que vivimos. Véase el avance de la tecnología y la importancia en el día a día de casi todas las personas, al margen de la dependencia de muchos, si nos paramos a pensarlo, nos daremos cuenta de que vivimos a más velocidad de lo que se hacía hace algunas generaciones, que nuestro ritmo de vida es más rápido y que la inmediatez es casi una necesidad.
Pero no solo nuestro día a día ha cambiado. Los avances que se hacen en investigación, en medicina, en el tratamiento de enfermedades contribuye a que cada vez seamos más longevos y nuestra esperanza de vida sea mayor que hace años, lo mismo que nuestra calidad de vida y el estado físico con el paso de los años.
A esto, se suma que cada vez retrasamos más muchos momentos vitales de nuestra vida. La estabilidad laboral, la económica que nos permita, por ejemplo, adquirir una vivienda y, por supuesto, la maternidad.
Y lo cierto es que esto último se ha convertido un poco en una realidad verdaderamente paradójica. Por un lado, sabemos que retrasamos estos momentos, ya normalizamos que muchas mujeres van a tener hijos, o su primer hijo, acercándose a los 40 años y por otro lado no dejamos de escuchar la inevitable relación que existe entre la edad y la fertilidad, lo que nos lleva a preguntarnos si existe cada vez una diferencia mayor entre nuestra edad biológica y nuestra edad fértil.
Nuestro reloj biológico no se detiene
Si hablamos de fertilidad en este contexto, de forma inevitable debemos hacerlo de su relación con la edad. Igual que antes mencionábamos todos los cambios que se han producido echando la vista atrás, poniendo el foco en nuestra esperanza y calidad de vida al cumplir años, por desgracia, no podemos decir lo mismo de la fertilidad.
La edad sigue siendo un factor inamovible para la fertilidad, que, en el caso de las mujeres, sabemos que empieza con la primera menstruación, decrece antes de llegar a los 40 años y que finaliza al llegar la menopausia.
Con lo anterior, es fácil darse cuenta de que, en la actualidad, existe un importante desfase entre su edad y su fertilidad.
Solo pensad en la cantidad de mujeres que rondando sus 40 años se encuentran en el mejor momento de sus vidas, tanto física como emocionalmente y, sin embargo, desde el punto de vista fértil comienzan a estar en el polo opuesto.
Si hablamos de los hombres, y aunque en su caso la edad no sea un factor tan determinante, si se ha observado durante los últimos años un descenso gradual de la calidad de su semen muchas veces relacionado con sus hábitos de vida, el estrés y recientemente por la influencia de la exposición a contaminantes y exposición atmosférica y que también empeora el pronóstico reproductivo de muchas parejas.
¿Podemos detener nuestro reloj biológico?
Detener el reloj biológico, la conexión entre edad y fertilidad, por desgracia no es posible. Las mujeres nacemos con un número determinado de óvulos, que se van consumiendo en cada ciclo menstrual hasta que llega la menopausia y ponemos punto y final a la nuestra etapa fértil.
Sin embargo, lo que sí es posible es adelantarnos a nuestro reloj biológico gracias a la preservación de la fertilidad.
La vitrificación de óvulos permite a las mujeres extraer y almacenar sus óvulos con la edad y calidad del momento en el que lo hagan y preservarlos de forma indefinida hasta que decidan que ha llegado el momento en el que quieren ser madre.
Dicho de otra forma, si una mujer decide preservar su fertilidad a los 32 años, por ejemplo, y vitrificar sus óvulos y decide que quiere utilizarlos como parte de un tratamiento para lograr el embarazo a los 39 tendrá la seguridad de poner hacerlo con sus propios óvulos y la misma calidad que estos tenían en ese momento.
¿Quiere esto decir que sí o sí deberá usar estos óvulos para lograr su embarazo? En absoluto.
Después de preservar es perfectamente viable que puede lograr el embarazo con sus óvulos, sin embargo, contará con la tranquilidad de saber que dispone de ellos en caso de que no llegue el embarazo o quien sabe si para buscar un segundo tiempo más tarde cuando ya tenga más edad y no sea viable de forma natural.
¿Es la maternidad tardía cada vez más frecuente?
No hay más que ver las estadísticas para conocer la realidad de cómo durante los últimos años cada vez se ha retasado más el momento de ser madre.
De hecho, España es uno de los países que se encuentra a la cola, sobrepasando los 32,4 años la edad en la que muchas mujeres tienen su primer hijo de forma natural. Si esto lo extrapolamos a las clínicas de reproducción asistida, la edad media de las pacientes podemos afirmar que se acerca más a los 39 ellos.
Con ello, sí, es un hecho que cada vez las mujeres optan por retrasar más el nacimiento de los hijos, siendo frecuente encontrar madres que superan los 40 años, o se acercan y que empezamos a considerar como algo normal dadas las circunstancias de una inmensa parte de la sociedad.
¿Queremos decir con ello que todas las mujeres que tienen hijos a partir de 39-40 años han recurrido a una clínica? No. Lograr el embarazo de forma natural a partir de los 40 años es totalmente factible, pero sí debemos entender que a mayor edad mayor más grande es el riesgo de que si se consigue el embarazo el bebé pueda tener algún problema genético o aumente el riesgo de aborto durante el embarazo, por ejemplo.