¿Cuántas de vosotras habéis oído lo importante que es el ácido fólico durante el embarazo?
Lo cierto es que estamos ante una consideración que debemos tomar muy en serio tanto durante los meses de gestación como de forma previa a la búsqueda del embarazo.
Pero ¿sabéis por qué es importante el ácido fólico y cómo ayuda al correcto desarrollo del bebé?
¡Os lo contamos!
¿Qué es el ácido fólico?
El ácido fólico, también conocido como vitamina B9, es una vitamina soluble en agua que desempeña un papel fundamental en la producción de glóbulos rojos, el crecimiento de las células de nuestro cuerpo y en la formación del material genético, es decir, de nuestro propio ADN.
Cuando hablamos de la importancia que tiene durante el embarazo, es muy común escuchar la relación que el ácido fólico tiene con el correcto desarrollo del sistema nervioso del bebé durante las primeras etapas del embarazo.
¿Por qué se recomienda el ácido fólico durante el embarazo?
Como sabéis, durante el embarazo, el cuerpo y el organismo de la mujer sufren ciertos cambios, lo mismo que su metabolismo.
En este sentido, debemos tener en cuenta que el organismo de una mujer embarazada siempre va a demandar más nutrientes de lo habitual, por lo que es probable que la aportación de ácido fólico presente en su alimentación habitual sea menor de lo que su cuerpo necesite durante el embarazo.
Al margen, se trata de una vitamina que el cuerpo elimina y no retiene, por lo que es conveniente recurrir a otras vías de ingesta complementarias, al margen de la alimentación, para aumentar su presencia en el organismo, incluyendo la receta médica del mismo.
Si hablamos de los beneficios o del impacto que el ácido fólico tiene en la salud de las embarazadas, el ácido fólico ayuda a prevenir la anemia, apoya la producción de glóbulos rojos y contribuye al funcionamiento adecuado del sistema nervioso, de forma que también aporta su granito de arena al estado general de la futura madre.
¿Cuál es la importancia del ácido fólico para el desarrollo del bebé?
La ausencia de la cantidad de ácido fólico apropiada en el organismo durante los meses de embarazo se relaciona con un aumento de que el bebé nazca con ciertas malformaciones.
Entre los riesgos más comunes encontramos los siguientes:
- Aumento del riesgo de daño en el tubo neural (daños en la espina bífida y en el correcto desarrollo del cerebro) lo que pueden derivar consecuencias graves para el desarrollo del cerebro y la médula espinal del bebé.
- Además, la carencia de ácido fólico puede llegar a afectar al desarrollo cognitivo del feto y aumentar el riesgo de problemas neurológicos a largo plazo.
- El ácido fólico, a su vez, previene que el bebé nazca con labio leporino o paladar hendido.
Además, la ingesta de ácido fólico y su presencia en el organismo contribuye a disminuir el riesgo de anemia durante el embarazo y de aborto espontáneo o parto prematuro.
¿Cuándo se debe empezar a tomar el ácido fólico?
Como habéis visto, el ácido fólico es realmente importante durante el embarazo y el desarrollo del bebé.
Por lo general, la recomendación es que se empiece a tomar ácido fólico desde uno o dos meses antes de que la pareja comience a buscar el embarazo.
Es conveniente hacer aquí un pequeño punto y aparte para recordar la importancia de la visita preconcepcional con los especialistas. Es en esta visita donde la pareja puede recibir las mejores recomendaciones de cara a la búsqueda del embarazo, incluyendo la recomendación de una mayor ingesta de ácido fólico en beneficio de la madre y del bebé.
Debemos tener en cuenta que el desarrollo del tubo neural del feto tiene lugar aproximadamente en las 4 primeras semanas, por lo que muchas veces las mujeres ni siquiera llegan a saber que estaban embarazadas en ese momento.
Es, por tanto, una forma de evitar los riesgos que hemos mencionado anteriormente.
¿Qué alimentos son fuente de ácido fólico?
La alimentación es esencial para garantizar la ingesta adecuada de ácido fólico desde antes del embarazo.
Algunos de los grupos de alimentos más ricos en esta vitamina son:
- Vegetales de hojas verdes como espinacas, judías, brócoli o acelgas.
- Legumbres como las lentejas o los garbanzos.
- Hígado de ternera.
- Frutas como la naranja, ya sea en zumo o como pieza de fruta.
Y, como hemos mencionado, siempre debemos seguir las recomendaciones del ginecólogo incluyendo posibles suplementaciones de ácido fólico.