En un post anterior me he referido al encuentro profesional que tuvimos en Málaga los pasados días 7 y 8 de junio en la cuarta reunión nacional de Grupos de Interés que organiza cada dos años la Sociedad Española de Fertilidad. Me referí, en concreto, al debate sobre la conveniencia de limitar legalmente el número de embriones a transferir en cada ciclo de fecundación in vitro y expuse mi convencimiento de que debiera generalizarse la práctica del transfer embrionario; esto es, la transferencia de un único embrión en cada ciclo -legalmente pueden ser transferidos hasta tres-, ya que las altas tasas de implantación en reproducción asistida que conseguimos actualmente nos lo permiten.
Hoy quiero referirme a otro de los temas debatidos en la reunión de Málaga: el síndrome de la hiperestimulación ovárica, que constituye otro de los problemas potenciales de la reproducción asistida. Es una complicación que se da en determinadas circunstancias y que, en cualquier caso, puede ser severa si existe un embarazo concomitante.
En el caso de las mujeres que puedan correr el riesgo de tal complicación, mi consejo profesional es que vitrifiquen los embriones resultantes del ciclo y que éstos sean transferidos en el ciclo siguiente, ya sin estimulación. El proceso consiste en una técnica de congelación ultrarrápida (vitrificación) y, de este modo, podemos eliminar el riesgo de padecer un cuadro severo. Los resultados de esta transferencia “diferida” de los embriones son incluso mejores que la transferencia en fresco. Aunque esta alternativa sólo está al alcance de aquellos centros que disponen de un programa de vitrificación contrastado, como es nuestro caso, avalado con excelentes resultados.