Por el Comité Editorial de Reproducción Bilbao
Con la edad se producen una serie de cambios naturales en las mujeres, como parte del ciclo vital. Uno de esos cambios es la denominada atrofia vaginal, que es el adelgazamiento, la sequedad y la inflamación de las paredes de la vagina. Ello se debe al descenso de estrógenos en la mujer.
Los estrógenos son las hormonas femeninas responsables de las características sexuales femeninas, de la formación de las mamas y de la aparición del ciclo menstrual. En la pubertad es cuando más aumenta el nivel de estrógenos en los ovarios, lo que estimula la maduración de la vagina, el útero y las trompas uterinas y también influye en el crecimiento de los conductos mamarios.
Los signos o síntomas de la atrofia vaginal son la sequedad y/o quemazón vaginal, con disminución de la secreción, picores genitales o sensación de ardor en el momento de orinar. Otros signos son la infecciones recurrentes de las vías urinarias, sangrado leve después de las relaciones sexuales o malestar durante las mismas. Otro posible síntoma de atrofia puede ser la disminución de la lubricación vaginal durante la actividad sexual, además del acortamiento y endurecimiento de la cavidad vaginal.
La atrofia vaginal se produce con más frecuencia tras la menopausia, aunque también puede desarrollarse durante la lactancia o en cualquier otro momento en el que disminuya la producción de estrógenos en el cuerpo femenino.
¿Cuándo disminuyen los estrógenos en la mujer? Fundamentalmente en la menopausia, pero también pueden descender durante los años que la preceden (la llamada premenopausia), después de la extirpación quirúrgica de ambos ovarios (menopausia quirúrgica), tras la radioterapia pélvica por cáncer o después de la quimioterapia por cáncer. También se puede producir como un efecto secundario del tratamiento hormonal del cáncer de mama.
Hay que señalar que no todas las mujeres menopáusicas desarrollan síntomas de atrofia vaginal y que la actividad sexual regular, con o sin pareja, puede ayudar a mantener los tejidos vaginales saludables. Como dato, podemos apuntar que casi la mitad de las mujeres posmenopáusicas experimenta alguno de los síntomas de atrofia vaginal enumerados anteriormente.
Muchas mujeres se resignan ante estos síntomas o sienten pudor y vergüenza a la hora de transmitirselo a su médico. Y eso es, precisamente, lo que se debe desterrar radicalmente porque existen tratamientos efectivos para que no disminuya la calidad de vida de las mujeres en esta situación. La atrofia vaginal tiene diferentes tratamientos, hormonales y no hormonales, que deben ser adecuados para cada paciente. Los conoceremos con más detalle en un próximo post.