Llega, por fin, el otoño, después de un anormalmente largo verano… y con él, los virus, los cuadros catarrales y las campañas de los Servicios de Salud para fomentar la vacunación…
“¿Has pedido cita para vacunarte de la gripe?”, les pregunto a todas mis pacientes embarazadas. La mayoría me responde que no y, además, me expone una serie de dudas y suspicacias en torno a la conveniencia de vacunarse.
Es cierto que en el embarazo hay algunas vacunas no recomendadas, pero no es el caso de la vacuna contra la gripe, que se sintetiza con virus inactivados, que no afectan a la salud de la futura madre ni del feto.
¿Por qué es recomendable, e incluso necesario, que una embarazada se vacune contra la gripe? Porque el embarazo es una situación de inmunodepresión; es decir, las defensas de una mujer embarazada disminuyen más de lo normal, al igual que sucede en las personas mayores o con enfermedades crónicas. Sufrir una gripe estando embarazada puede conllevar complicaciones importantes, que podrían requerir un ingreso hospitalario. Por ello, si estás embarazada, ¡Vacúnate contra la gripe!
Otra vacuna que provoca dudas en las mujeres embarazadas es la vacuna contra la tosferina. La tosferina es una enfermedad bacteriana que afecta a las vías respiratorias de los niños. Es altamente contagiosa y puede ser especialmente grave en lactantes. En los últimos años se ha producido un repunte en la incidencia de esta enfermedad, que puede requerir el ingreso hospitalario e incluso convertirse en causa de mortalidad infantil.
El calendario de vacunas infantil promovido por la Asociación Española de Pediatría (AEP) contempla la administración de esta vacuna en los dos, cuatro y seis primeros meses de vida del pequeño, con refuerzos posteriores. Con todo, el recién nacido queda desprotegido durante sus primeros meses de vida, hasta que la tanda de vacunación se completa. En esas circunstancias, los bebés pueden contraer la enfermedad contagiados por sus padres, abuelos o cuidadores. En definitiva, por personas de su entorno que tienen la enfermedad sin saberlo, ya que la tosferina en adultos se manifiesta a menudo como un simple cuadro catarral.
Por evitarlo, se han propuesto dos estrategias para disminuir la incidencia de esta enfermedad en los recién nacidos: la estrategia nido, con la vacunación antes del nacimiento de todos los contactos cercanos y futuros cuidadores del recién nacido, y la vacunación de la mujer embarazada, entre las semanas 28 y 32 de gestación.
La vacunación de la mujer embarazada es especialmente efectiva, ya que haciéndolo entre las semanas 28 y 32 del embarazo se consigue que los anticuerpos se transmitan a través de la placenta y protejan al recién nacido. Así, el bebé queda doblemente protegido: de manera indirecta y precoz, con los anticuerpos maternos, y de manera directa, porque la madre -su principal cuidadora, en la mayoría de los casos-, tendrá un riesgo mínimo de contraer la enfermedad al estar vacunada. La mayoría de las asociaciones profesionales recomiendan la vacunación contra la tosferina en la mujer embarazada. Si tienes dudas, consúltanos.
Por Estefanía Abanto.