Si anteriormente hablábamos de la anticoncepción en mujeres jóvenes como motivo de acudir por primera vez a nuestra consulta ginecológica, hoy vamos a tratar un tema que también es causa muy frecuente de consulta: la menopausia.
Las mujeres, de manera inevitable, nos pasamos toda la vida expuestas y sujetas a los cambios hormonales que experimenta nuestro cuerpo: la pubertad; la «bomba hormonal» que supone el embarazo y el puerperio; y, posteriormente, la menopausia.
En ocasiones, la menopausia es un proceso que llega silenciosamente y que puede afectar más en el plano psicológico que en el físico. En otras ocasiones, llega de repente y nos trastorna en ambos ámbitos: el emocional y el médico.
Debemos entender la menopausia como un proceso, como un periodo de cambio natural, a pesar de que, en ocasiones, pueda alterar mucho nuestro estilo de vida. Y, sobre todo, debemos aceptar que no es un cambio puntual, sino un proceso que puede durar tiempo y que puede provocar cambios irreversibles en nuestra vida y en nuestro cuerpo.
Este proceso empieza con lo que llamamos “perimenopausia”, un inicio de cambios, sobre todo, en el patrón de sangrado menstrual (reglas irregulares, ciclos más cortos, con sangrados más duraderos y abundantes) de duración variable, pero que pueden anticiparse hasta dos años antes de la llegada de la menopausia como tal, que se define como cese del sangrado menstrual durante más de un año. La edad media de aparición de la menopausia en las mujeres de nuestro entorno se sitúa en torno a los 51 años, aunque puede adelantarse a los 45 años, sin que esto suponga patología alguna.
El proceso de la perimenopausia y la menopausia en sí no es un motivo obligado de consulta ginecológica, pero sí es recomendable para que la mujer reciba una información clara sobre lo que es esperable y normal en esta nueva etapa de su vida. La consulta pueda aclarar todas las dudas que le surjan y es importante que sepa que estamos, como siempre, para apoyarla y aconsejarla en este proceso.
Cuando la consulta ginecológica se vuelve “obligada” es cuando aparecen síntomas asociados a este proceso, como son, principalmente, los tan molestos sofocos (que, en muchas ocasiones, son tan intensos que limitan la vida de la mujer, tanto en el ámbito social como en el laboral), el insomnio, la sequedad vaginal, la pérdida de la libido y el aumento de peso, sobre todo, con acúmulo de grasa en la parte abdominal. Para estos síntomas existen tratamientos que se pueden tomar con total seguridad en los casos en que sea necesario.
Y hablando del tratamiento de la menopausia, debemos desmitificar la mala fama que lleva desde hace años la tan conocida Terapia Hormonal Sustitutoria (THS). Cuando surgió la THS, se empezó a usar de manera muy extendida, incluso en mujeres menopaúsicas que no tenían ningún síntoma. Posteriormente, a raíz de unos estudios publicados pero mal interpretados, en los que se afirmaba que el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de carácter maligno era demasiado elevado con este tratamiento, la terapia fue denostada y desterrada completamente. Hoy en día, gracias a todos los estudios que se han realizado posteriormente, poseemos la información suficiente para recomendar este tratamiento a la mujer menopaúsica que presenta sintomatología asociada (no a la que está asintomática, ya que para ella no es necesario), de manera completamente segura cuando es supervisada por un profesional médico y durante un periodo de hasta cinco años.
Hasta aquí hemos hablado de los cambios y síntomas físicos, que son los que podemos tratar de alguna manera; pero no debemos olvidar que la menopausia acarrea una serie de cambios emocionales, a veces difíciles de sobrellevar por la mujer y relacionados con que este proceso está inevitablemente asociado al avance en la edad y a cambios corporales que nos hacen sentirnos distintas. Debemos tomar consciencia de estos aspectos, tanto por parte de la mujer, como de su ginecólogo de confianza y su entorno familiar (pareja, hijos, amigos y amigas), para poder apoyarla a conseguir que incorpore estos cambios a su vida diaria sin que le afecten para disfrutar plenamente de ella.
Desde mi punto de vista, el mensaje que debemos transmitir es que la menopausia es un proceso natural y que debemos entenderlo como tal, pero es un proceso asociado a efectos, tanto en el plano físico como en el emocional, que no debemos menospreciar y que requieren de todo nuestro apoyo y experiencia como ginecólogos. La mujer que está en este proceso no debe dudar ni un momento en consultarnos para poder aclarar todas sus dudas al respecto. Esto, junto con el apoyo de su entorno, es lo que le ayudará a poder entenderlo e integrarlo en su vida, para seguir disfrutando plenamente.
Estefanía Abanto es ginecóloga y miembro del equipo de Ginecología y Reproducción Asistida del Doctor Gorka Barrenetxea.