La infertilidad es considerada como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y afecta nada menos que al 10-15% de parejas en edad fértil. Cuando hablamos de infertilidad, no solamente hacemos referencia a la dificultad de conseguir un embarazo sino también a la imposibilidad de, una vez conseguido un embarazo, éste llegue a término. De hecho, el problema en muchas parejas es el de los llamados abortos de repetición: la pareja consigue embarazos pero estos no superan las primeras semanas de desarrollo, lo cual es verdaderamente desalentador.
Los genes que se expresan en los primeros momentos del desarrollo embrionario son claves en la evolución fetal ulterior y en la consecución del nacimiento de un niño o niña sanos. Sin embargo, se desconocen los genes que se expresan o dejan de hacerlo en aquellos casos en los que se produce una detención del crecimiento embrionario, esto es, un aborto. La capacidad fértil humana es, ciertamente, limitada. De 100 ovocitos fecundados, menos de 50 alcanzan el estadio de blastocisto (embrión de 5-6 días de vida) , 25 implantan en el útero y solo 13 se desarrollan más allá de los tres meses.
Este mes de febrero, el organismo encargado de la regulación de las técnicas de Reproducción Humana Asistida en el Reino Unido (Human Fertilisation and Embryology Authority) ha autorizado, por primera vez, una investigación que implica manipulación genética de embriones humanos obtenidos a partir de la donación de pacientes de reproducción asistida.
La investigación se llevará a cabo en el Instituto Francis Crick de Londres. Para ello se utilizaran embriones humanos durante sus 7 primeros días de desarrollo embrionario, desde que el ovocito es fecundado hasta el estadio de blastocisto. En este estadio, las células han establecido cual será su papel en el desarrollo. Unas están predestinadas a la formación de la placenta; otras formarán el saco amniótico y, finalmente, otras son el origen del futuro embrión. Se desconoce qué partes del material genético del embrión se expresan o dejan de hacerlo para un adecuado desarrollo.
Para estudiar estos mecanismos, los investigadores alterarán aquellos genes que parecen claves en el desarrollo embrionario precoz para conocer su papel exacto en los casos de abortos. Una vez realizada la investigación, los embriones no serán destinados a reproducción humana.
Estamos de nuevo a las puertas de conocer más en profundidad los primeros pasos en el desarrollo humano y, como consecuencia, podremos evitar en el futuro la pérdida de muchos embriones y, por tanto, de muchos embarazos. Como ha ocurrido siempre, todo avance supone la apertura de una expectativa, con las lógicas incertidumbres y con las habituales críticas a toda propuesta de desarrollo lo cual requerirá, sin duda, una actuación científica transparente, éticamente irreprochable y adecuadamente regulada desde el punto de vista legal.
Por María De las Heras
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